
Lo que no se dice, pero importa: el impacto silencioso de las toallas higiénicas en la salud pública
Más que un producto de uso personal, las toallas higiénicas son una herramienta clave para la equidad y el bienestar de millones de mujeres.
Aunque muchas veces relegadas al ámbito privado, las toallas higiénicas cumplen un papel esencial en la salud femenina y el bienestar diario de millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Diseñadas para absorber el flujo menstrual y otros tipos de secreciones vaginales, su función va mucho más allá de lo higiénico: representan libertad de movimiento, seguridad y dignidad.
Gracias a los avances en la tecnología de absorción, las toallas higiénicas desechables actuales ofrecen mayor adaptabilidad, suavidad y protección. Permiten a las usuarias desarrollar sus actividades cotidianas sin interrupciones, garantizando comodidad incluso en los días más intensos del ciclo. Paralelamente, opciones sostenibles como las toallas de tela reutilizables o las copas menstruales están ganando espacio entre quienes priorizan el cuidado ambiental y la economía a largo plazo.
Pero el acceso a estos productos no debe darse por sentado. A nivel global, la menstruación aún representa una barrera para la educación, el trabajo y la vida social de muchas mujeres. Por ello, garantizar el acceso a insumos de higiene menstrual seguros y adecuados es una necesidad de salud pública y una medida de justicia social.
Desde campañas de visibilización hasta iniciativas para distribuir productos gratuitos en colegios y espacios públicos, se avanza lentamente hacia la normalización de un proceso biológico natural. Las marcas, instituciones y la sociedad civil tienen un rol clave para eliminar tabúes y asegurar que ninguna mujer se vea limitada por no tener acceso a una simple —pero poderosa— toalla higiénica.