
Infecciones vaginales en niñas: entender para cuidar sin miedo ni estigmas
Según un estudio de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, el 57% de las infecciones vaginales en niñas se deben a desequilibrios en la microbiota vaginal, no siempre vinculados con abuso sexual. Conocer el rol de la microbiota vaginal ayuda a prevenir, detectar y tratar estas infecciones con sensibilidad y sin prejuicios.
Las infecciones vaginales en niñas son más frecuentes de lo que muchas familias imaginan. Según la Sociedad Española de Ginecología Infantil y de la Adolescencia (SEGIA), se estima que entre el 25% y el 40% de las consultas ginecológicas pediátricas están relacionadas con molestias como flujo, irritación o picazón. Pese a ello, persiste un mito perjudicial: que toda infección en una niña es señal de abuso sexual. Si bien los casos deben evaluarse clínicamente con responsabilidad, la mayoría de estas infecciones tienen causas naturales, tratables y no vinculadas con violencia.
“Es urgente romper con el estigma que rodea este tema. La microbiota vaginal en niñas es más frágil que en mujeres adultas. Factores como el antecedente de mamá con infecciones durante la gestación, el tipo de parto (cesárea o parto vaginal), lactancia materna o uso de fórmula, el uso de productos irritantes, la alimentación baja en fibra, el uso innecesario de antibióticos y el estrés crónico pueden alterar su equilibrio, generando infecciones sin que exista ninguna señal de violencia o descuido”,señala el Dr. Cristian Hidalgo, ginecólogo experto en microbiota vaginal e intestinal y CEO de ILAGINE.
La principal bacteria protectora de la vagina y del sistema urinario (parte de nuestra microbiota) es el Lactobacillus. Esta bacteria produce ácido láctico, peróxido de hidrógeno, citotoxinas, etc, que ayudan en la defensa de la vagina y el sistema urinario. Cuando se pierde esta bacteria es que la vagina y el sistema urinario, son propensos a infecciones por gérmenes como la Escherichia coli, Candida, Enterococcus, Klebsiella, etc, gérmenes provenientes de la piel y del intestino.
Para cuidar de forma integral la salud íntima de las niñas, el Dr. Hidalgo recomienda cinco claves prácticas y preventivas con el fin de evitar infecciones y cuidar la microbiota.
Reducir o eliminar el consumo de azúcar refinada y ultraprocesados: El azúcar refinada es el alimento principal de hongos como la Candida, que al proliferar, generan condiciones para que las bacterias beneficiosas puedan vivir, bacterias como los Lactobacillus.
Fomentar una alimentación rica en fibra y prebióticos: La salud vaginal comienza desde el sistema digestivo. Incluir alimentos como frutas frescas, verduras, legumbres y cereales integrales no solo fortalece el sistema inmunológico, sino que nutre a las bacterias beneficiosas que forman parte de la microbiota vaginal. El consumo regular de estos alimentos puede reducir la frecuencia de infecciones al mantener un entorno vaginal más resistente a microorganismos patógenos. El consumo de yogurt griego, kéfir, chucrut, tocosh.
Evitar jabones perfumados o duchas vaginales: La vulva infantil no necesita productos de higiene especiales. El uso de jabones perfumados, toallitas con alcohol o baños con espumas puede alterar el pH natural y eliminar bacterias buenas. Lo ideal es lavar la zona solo con agua tibia o jabones que tengan el pH de 6 a 7 (Jabones de glicerina).
Elegir ropa interior de algodón y evitar prendas ajustadas: El algodón permite la ventilación y reduce la humedad, creando un ambiente menos favorable para hongos y bacterias dañinas. En cambio, la ropa interior sintética o muy ajustada puede retener sudor y calor, desequilibrando la microbiota local. También es importante cambiar la ropa interior a diario y después de actividades físicas.
Promover buenos hábitos de higiene, sin obsesión: Enseñar a las niñas a limpiarse de adelante hacia atrás, cambiarse de ropa tras mojarse o sudar, y evitar el uso de papel higiénico perfumado son hábitos simples pero poderosos. Sin embargo, también es importante evitar la sobre-higiene, ya que la limpieza excesiva o repetitiva puede dañar la flora protectora natural.
Realizar controles médicos periódicos: Aunque no se presenten síntomas, una visita anual al pediatra o ginecólogo infantil permite detectar posibles desequilibrios a tiempo. Además, ayuda a generar una relación positiva con el autocuidado y desmitifica la atención ginecológica como algo exclusivo de la adultez o de la enfermedad.
“Hablar con naturalidad de la salud vaginal infantil es parte de educar en el autocuidado, sin miedo ni vergüenza. Proteger la microbiota es proteger su salud, su bienestar y su autonomía desde la infancia”, finaliza el CEO de ILAGINE.